Anclas que viajan contigo

Anclas que viajan contigo

martes, 11 de agosto de 2015

A mi alma en cristales

Como si se partiera el alma en fragmentos. Como si se resquebrajara en mil pedazos como una vasija de cristal que haya en el suelo su final más estruendoso debido a un juego de niños. Y como si al oír esa prolongada expiración del cristal un inocente bebé aplaudiera pidiendo más animación.

Así es como el corazón se hiere, así es como el pecho se fragmenta cuando la realidad supera a toda ficción, cuando una frialdad prolongada consigue con su escarcha arañar tu calor. Pero calma. Que el tiempo cura y la vida aprieta. O eso dicen. Y si eso no ocurre; que nadie se alarme, de secretos de amor las tumbas saben mucho.

Qué maldita fue la hora Cocó, en que uno de los dos miró con más amor a la escarcha que al fuego de los ojos que atendían a su boca. Qué maldita esa hora.




sábado, 8 de agosto de 2015

Amor amigo, amor amado

Tenía que hablarte Cocó, de la de suspiros que lanzamos al aire como forma de alivio a una tormenta interior. Y que no importa si fuera nieva, graniza, o los pájaros abren el pico asfixiados por el bochorno del verano.

En esta vida, pequeña Cocó, hay días en los que en nuestro interior Zeus y Poseidón liberan una batalla colosal mientras mantenemos una cara de ultrajada armonía. Hay días, mi amor; en los que no hay más compañía que la de uno mismo, por más que tantos ofrecieran su mano amiga.

Es momento de confesión, es momento de contarte que perdí los pilares que tan asentados creí, es momento de admitir que aquellos pasos que aun invisiblemente permanecían a mi lado se esfumaron en su naturaleza visible e invisible. Y sólo me queda la mirada del espectador plasmada sobre otras vidas, sobre otras películas pues, la mía, ha quedado en prolongado pause.

Quizá es la vida misma o el propio destino quien frena tu vida para cambiarla a un rumbo mejor o simplemente distinto. Quizá lo hace porque ya ese camino no puede aportarte nada, porque a veces se requiere un cambio de aceite para que los engranajes continúen funcionando.



Has de saber, que tanto amor albergué para cada uno de esos pilares, que ni odiarlos una pizca puedo. Firmes son los poetas que así han proclamado: ¡lo contrario al amor no es el odio! Y qué gran verdad. Un sentimiento tan pasional como es el odio no puede ser opuesto a una realidad reinante a un amor que por definición jamás pasará, ya que si el amor se transformara en odio cada vez que la vida así parece proponerlo, el mundo habría sucumbido a la oscuridad inmemoriables tiempos atrás.

Mas cuando se te va de la vida un amor amigo o un amor amado, se le queda un vacío a uno mismo como cuando uno no sabe qué hacer con sus manos; como si se sintiera desorientado en un mundo que ya no es el suyo.