Anclas que viajan contigo

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martes, 11 de agosto de 2015

A mi alma en cristales

Como si se partiera el alma en fragmentos. Como si se resquebrajara en mil pedazos como una vasija de cristal que haya en el suelo su final más estruendoso debido a un juego de niños. Y como si al oír esa prolongada expiración del cristal un inocente bebé aplaudiera pidiendo más animación.

Así es como el corazón se hiere, así es como el pecho se fragmenta cuando la realidad supera a toda ficción, cuando una frialdad prolongada consigue con su escarcha arañar tu calor. Pero calma. Que el tiempo cura y la vida aprieta. O eso dicen. Y si eso no ocurre; que nadie se alarme, de secretos de amor las tumbas saben mucho.

Qué maldita fue la hora Cocó, en que uno de los dos miró con más amor a la escarcha que al fuego de los ojos que atendían a su boca. Qué maldita esa hora.




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