Anclas que viajan contigo

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jueves, 26 de marzo de 2015

Entre Los Alpes

Lo nombraron día gris. Pero el color de los cielos era negro. No por la noche, no por la polución. Negra fue la despedida sin palabras de los 150. El ruido de sus adioses lo ensordeció todo. La montaña sintió en sus entrañas en aguijonazo del avión, el dolor de las vidas, la tristeza de la ausencia futura, ya permanente.

El apagado de la risa de un bebé, el acuerdo que no llegó a firmarse, la jubilación por vivir, el matrimonio por consolidar, la aventura colegial que contar, el coche por disfrutar... Todos esos sueños por cumplir, por seguir siendo soñados.

La llamada que nadie querría recibir, la noticia que para el corazón, el reconocido nombre que no querrías ver sobre ese indeseable papel. La saturación de los teléfonos de emergencias, la esperanza de las supervivencias, el apego a los medios de comunicación. La mala noticia. Los pésimos pronósticos. El dolor vivido en conjunto. El individual. La congoja... y sus lágrimas.


Si tú, que lees con desolación todo lo relevante al hecho; imagina el dolor de las vidas en las que cada uno de los 150 intervenían; haciéndolas únicas, ahora, y por siempre, repletas de momentos irrepetibles.



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