Sabe Garcilaso, que aquellos versos inmortales no lo fueron tales, para los amantes desengañados. Sabe Lope, que aquellos personajes, tan vivos en su mentes, adquirirían inmensidad de cuerpos, dispares voces; todos en diferentes tablas. Sepa usted, Cervantes, que aquel lugar, del que no quiso acordarse, ya fuera por fortuna o desgracia; se hace ahora orgulloso un hueco en el mundo, incluso en bocas cuyas mentes desconocen tal paraje.
Gracias a las grafías, que tanto desahogan, que tantas lágrimas secretas han visto, que tantas sonrisas han provocado. Gracias por esos mundos, sentimientos y olores que tantos autores; quisieron compartir. Porque un libro, da una vida paralela a la propia, porque un texto, da al alma, un brillo singular.
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